Algarve, Portugal
Mira que tenemos cerca Portugal y hasta la fecha todavía no había pisado sus tierras, estuve cerca pero nunca lo hice. En esta ocasión nos vamos a la la región más al sur, el Algarve. Su capital es Faro y limita al Este con Huelva.
Hacía mucho tiempo que quería venir por estas tierras y gracias a la suerte de tener familia cerca, nos hemos unido para hacer un ruta en coche por toda la zona.
Hace ya muchos años que empece la colección más larga de mi vida y esa es sin duda, la de sumar lugares del mundo visitados. Con Portugal ya acumulo 57 países, nunca lo había dicho, pero considero que empiezo a tener suficientes cromos, como para sacarlos al patio y cambiar los repetidos.
Nos centramos sobre todo en la costa sur del Algarve, disfrutando de costas de caliza caprichosamente cinceladas por la erosión, creando formas y lugares mágicos, bañados con el Océano Atlántico de fondo y coloreados por atardeceres hervidos al sol.
Visitamos ciudades como Loulé, Carvoeiro o Lagos. Nos paramos en Loulé para ver su peculiar mercadillo gitano, un pueblo preciso con esa mezcla que tanto identifica a Portugal, debido a sus construcciones de gran riqueza, contrastada con el aspecto de total abandono que sufren muchas de ellas. Son edificios preciosos que seguro gozaron en su día de una gran belleza y todavía la guardan, sólo que sin el cuidado que se merecen. Entran ganas de invertir en ellos y retomar esos tiempos que seguro vivieron de gran esplendor.
Carvoeiro es una zona costera digna del mejor lienzo. Es la típica puesta de sol con barquitos en la arena, casitas blancas y atardeceres con sol ahogándose en el precioso océano. Estuvimos paseando por una estructura de madera, construida para disfrutar de la costa con total comodidad y cuidada hasta el último detalle, para que no te pierdas ni un solo recoveco de los rincones escondidos que forman las rocas con el mar.
La última parada de este viaje la hacemos en Lagos. Una preciosa cuidad costera con un faro en un saliente de tierra que simplemente me enamoró. Se trata de una zona plagada de pequeñas playas y afilados acantilados, con infinidad de posibles recorridos para ver todos sus islotes, simas, cortados y riscos. Sin duda un parque de atracciones para hacer un día de excursión con mi cámara y mi dron.
En resumen el Algarve me hizo recordar un momento muy bonito de mi niñez. Fue cuando leí “Juan Salvador gaviota” un libro que contaba como un gaviota aprendía a volar y disfrutar de sus cualidades como pájaro, lanzándose desde los acantilados de alguna bonita zona costera. Es un libro muy importante para mí, ya que continuamente me recuerda lo bonito que es saber y poder disfrutar de las cosas que nos llenan, y cuanto más sencillas, más las podemos disfrutar. Cosas como caminar, nadar, volar, tan cotidianas hoy en día, pero que a veces olvidamos lo afortunados que somos al poder hacerlas. Al final yo también intento ser como Juan, persiguiendo mis sueños, sin seguir a la bandada.
Por Raúl López Ligero
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